Cuando un barco se acerca a la entrada del Canal de Panamá, algo curioso sucede. No importa si es un enorme portacontenedores con bandera de China, un buque de guerra de Estados Unidos o un crucero de lujo europeo. Todos, sin excepción, deben seguir la misma regla: un práctico panameño sube a bordo y toma el mando.
Desde ese momento, la tripulación del barco ya no toma las decisiones. Es el práctico quien guía la embarcación a través de las esclusas, asegurándose de que el tránsito sea seguro y eficiente. Así ha sido desde el 31 de diciembre de 1999, cuando Panamá asumió el control total del Canal.
Sin embargo, en los últimos años han surgido rumores e incertidumbre. Algunos dicen que China tiene el control, que empresas extranjeras están metiendo mano o que el Canal ya no es completamente nuestro. ¿Es cierto? La respuesta es clara y sencilla: no.
El Canal de Panamá es administrado exclusivamente por panameños a través de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), una entidad autónoma que no recibe órdenes de ningún país. Todas las decisiones sobre su operación, mantenimiento y tarifas son tomadas internamente, sin interferencia extranjera.
Es cierto que hay inversiones chinas en Panamá. Empresas de ese país han ganado contratos para construir puentes, operar puertos y desarrollar infraestructura. Pero esto no es diferente a lo que ocurre con compañías de Estados Unidos, Europa o Corea del Sur, que también han trabajado en el país. Ninguna empresa extranjera tiene poder sobre el Canal.
Un buen ejemplo es el puerto de Balboa, en el Pacífico, y el puerto de Cristóbal, en el Atlántico. Ambos están bajo concesión de una empresa con sede en Hong Kong. Pero eso no significa que controlen el Canal. Son terminales comerciales, donde se descargan y redistribuyen contenedores, sin afectar en lo más mínimo la administración de la vía interoceánica.
Para garantizar la soberanía y neutralidad del Canal, se han tomado medidas estrictas:
- Solo panameños pueden dirigir los barcos dentro del Canal.
- Cada embarcación es inspeccionada y monitoreada para garantizar la seguridad.
- Las tarifas y reglas del Canal las define la ACP, sin intervención extranjera.
- El Canal sigue el Tratado de Neutralidad, garantizando el tránsito libre y seguro para todos los países.
A lo largo de los años, ha habido especulaciones sobre posibles amenazas externas. Algunas teorías incluso sugieren que una nación podría bloquear el Canal en caso de un conflicto internacional. Pero la realidad es que el Canal de Panamá es un eslabón esencial del comercio mundial. Incluso países como China y Estados Unidos dependen de él para mover sus productos. Cerrar el Canal sería un golpe para la economía global, y nadie tiene interés en que eso ocurra.
Desde su transferencia a Panamá, el Canal ha funcionado mejor que nunca. Se ha modernizado, ha aumentado sus ingresos y ha fortalecido su importancia en el comercio internacional. Panamá ha demostrado que puede manejar esta vía interoceánica con eficiencia y transparencia.
Así que la próxima vez que alguien pregunte si el Canal sigue siendo panameño, la respuesta es sencilla: sí, y lo seguirá siendo.